El Ternasco de Aragón es una verdadera joya de la gastronomía española. Se trata de la primera carne fresca de nuestro país que ha sido reconocida con una Denominación de origen. La clave de su riqueza se encuentra en la crianza del cordero, que ha sido alimentado aprovechando todo el esplendor del territorio aragonés.

La geografía de esta Comunidad Autónoma, que abarca pastos de montaña con unas características singulares, se refleja en el sabor maravilloso de una carne que hace las delicias de los visitantes nacionales y extranjeros. El valle del Ebro acoge a cerca de 400.000 ovejas de las razas autóctonas de Aragón, como son la Roya Bilbilitana, la Ojinegra de Teruel y la Rasa Aragonesa, de las cuales procede el ternasco. 400 municipios de todo el territorio aragonés y más de 720 explotaciones ganaderas dan luz a uno de los productos más importante de toda la Península Ibérica.

El Ternasco de Aragón es un icono de esta región y produce grandes beneficios en términos económicos y de prestigio. Además, supone un aliciente para el mantenimiento del medio natural de esta tierra. El ternasco incide de igual modo en la forma de vida y en las costumbres de las poblaciones que viven en las zonas limítrofes a las explotaciones ganaderas. Se trata, en realidad, de una cultura intrínseca al aragonés que se ve plasmada en el sabor de una carne única.

En el año 1989, el Consejo Regulador de la Indicación Geográfica Protegida Ternasco de Aragón, procedió a exigir una serie de características y requisitos en el proceso de crianza del Ternasco de Aragón. Su objetivo consistía en la unificación de los procesos ganaderos del cordero y el establecimiento de unos fuertes controles, para conseguir un producto único e irrepetible. Así, gracias a unos estándares óptimos se ha logrado una carne saludable, tierna y extremadamente sabrosa, apta para los comensales de todas las edades, desde los mayores hasta los más pequeños de la casa.